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Cuando llega el sevilla a sevilla

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El Sevilla nunca falla. Tras una final agónica de minutos de juego, contando todos los descuentos, agarró su séptima Liga Europa en la tanda de penaltis. Un gol de Montiel, como en la final del Mundial con Argentina, hizo que los andaluces tocaran la gloria ante una Roma que revivió su peor pesadilla. La de , cuando también perdió una Copa de Europa en su estadio ante el Liverpool. También en la tanda de penaltis. Otra vez, sí, otra vez.

En el triunfo, resulta imposible no hablar de Bono, que hizo tres paradas antológicas y paró un penalti en la tanda. Tras un año convulso, el Sevilla volvió a subir al cielo. Nunca se rinde. Ni ante esta Roma tan canchera. Pocos entrenadores son capaces de dominar el entorno como Mourinho. En la previa, señalando que Dybala estaba solo para jugar 30 minutos, en el partido, con un rosario de gestos e indicaciones que surtieron efecto en una Roma que fue una roca para el Sevilla.

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Para nada. Ni por las bandas ni por el centro, con un juego plano y demasiado previsible. Solo Fernando sostenía a su equipo en defensa.

Ocampos y Gil no entraron en juego, mientras que Óliver Torres caía al suelo ante cualquier contacto con cualquier rival. En ese panorama desalentador para el Sevilla, ocurrió lo que nunca debe ocurrir en una final.

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Rakitic sintió el acoso de Cristante y se dejó ir pensando que el inglés Taylor iba a pitar falta. Craso error. Mancini tuvo un tiempo precioso para lanzar un pase en profundidad a Dybala, que encontró un hueco perfecto entre Badé y Navas con la defensa saliendo. El campeón del mundo definió con precisión. El partido se puso como dicta el libro de Mourinho. Un gol por delante ante un equipo sin atrevimiento ni desborde.

No llegó el segundo porque el Sevilla, al fin, tuvo el atrevimiento de soltarse en los minutos finales de la primera mitad. Para ganar una final hay que también atacar, soltar los complejos e intentar jugar en campo contrario. La tuvo primero Fernando y luego llegó, en el minuto 51, la mejor ocasión del Sevilla con un disparo de Rakitic al palo. Al fin, el Sevilla dio síntomas de rebeldía. En la Roma, cualquier falta en contra era sinónimo de agravio, con sus jugadores protestando de forma desaforada, como todo su banquillo.

Al alza el método Mou. Y, de repente, el Sevilla comenzó a jugar. Mendilibar metió a Suso y Lamela. Por muchos minutos, los jugadores del Sevilla recobraron esa energía que siempre muestran en esta competición. El equipo italiano, seguro hasta entonces, comenzó a dudar. Se salvó de milagro. Consultado el VAR, el inglés modificó su decisión.

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Lo de este portero no tiene nombre. Sin Dybala, reventado, entró Belotti. En el minuto 83, el delantero italiano estuvo cerca de marcar. Con Bono de estrella, pareció que el Sevilla llegaba mejor a la prórroga. El balón fue siempre de los andaluces, pero también el miedo. Dos equipos cansados y temerosos se limitaban a echarse el balón al pie. Los de Mourinho perdían tiempo de forma constante.

Desgarrados y medio muertos, los dos equipos se entregaron a la suerte de los penaltis tras un final agónico, en el que Smalling lanzó un remate al larguero. O suscríbete para leer sin límites.

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